Hay veces,
mientras duermo
que sueño que te sueño.
Sueño que te metes en mi cama
y la pasión me estremece.
Pero si está igual que antes me digo cuando te veo con esa sonrisa grande y transparente.
Después de amarnos, en silencio te levanta y te para ante el espejo,
desde la cama veo como se dibuja tu imagen imprecisa y descompuesta.
Y yo con los ojos soñolientos me lleno de ti y de tu figura insinuante.
Cuando me duermo de nuevo siento que el corazón se me agita; y el pecho se me va llenando de una extraña soledad.
Muy de mañana despierto, y veo que ya no esta a mi lado, ahora te veo rendida recostada en aquel viejo diván.
Y cuando el sueño se me escapa de los ojos, y el alma se me alborota
solo se me ocurre preguntar,
¿A que has venido?
Acaso no te cansas de interrumpir mis penas.
Tú... me miras sin hablar y yo reconozco en tus miradas
que al igual que yo a soñado con alguien.
¿Con quien abra soñado me pregunto?
No lo se pero, pero yo sé que lo hiciste...
lo descubrí al ver las pupilas de tus ojos desgastadas.
Una de mis barbaridades.
Abril 1999
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